miércoles, 21 de marzo de 2012

SALMO 42

 
Es hora de despertar del sueño monótono de la vida cotidiana
 Todo se viene abajo, en pedazos.
NO existe seguridad de que vaya a haber otra mañana.

El camino trazado indica la dificultad a enfrentar
mientras las manecillas marcan la hora final, a cada paso.
¿Qué harás ahora, mujer
 que el destino te ha dejado en un camino
“distinto, misterioso, donde nada es seguro”?
Simplemente lo que siempre has hecho,
Sólo que ahora con tus propios medios.

Me abrazarás 3498473248325634857349053489573468568596455 veces más.
Me besarás 147234230478953458405893486546845685468546855 veces más.
Me sonreirás 49823908345908349058934589345834958349583444 veces más.
Me amarás hasta el final.

Te abrazaré por el resto de los días y el resto de lo que siga.
Te besaré cada día hasta que el sol muera y cuando nazca el nuevo fuego te haré el amor.
Te sonreiré hasta mi último respiro y un poco más.
Te amaré hasta el final.

En nuestras manos está la respuesta.
¿Qué más hubieran querido Romeo y Julieta que un poco de agallas y voluntad?
¿Qué hubiera sido de ellos sin el drama de sus muertes insanas e infértiles?
Locas de pasión y fermentadas hasta la podredumbre en el amor.

Esta noche nosotros elegimos,
o creemos que elegimos...
esta noche y por siempre actuaremos cómicamente,
como si las cosas importaran y aprenderemos
 que la hierba crece en la tierra no para fumarla, sino para amarla
 Que no venimos a esta vida a pasarla ni a pensarla;
venimos a recorrerla y a entregarla.



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